Navega
Suelta.
Suelta y
deja que el tiempo se apodere un poco de ti.
Permite que
tus brazos caigan, que tus hombros floten, que tu cuerpo caiga cansado y se acurruque
entre los susurros de tu almohada.
Detén tu camino y regálate un día para ti.
Deja el control de todo y déjate llevar.
Calla.
Calla y
escucha.
Escucha el
sonido de la noche, el palpitar de tu corazón.
Deja que el silencio acompañe tu soledad,
que se convierta en tu compañero de viaje.
Vuelve a
escuchar música. Olvídate del mundo y escucha de verdad.
Déjate
llevar por el devenir de una canción, y permítete habitar en una simple melodía;
que la música es arquitectura en movimiento y el palpitar en tu pecho es el
hogar más sincero que jamás alcanzarás.
Cierra los ojos.
De verdad,
hazlo. Apaga las luces y descansa tu mirada.
Deja que la
oscuridad te atrape unos momentos.
Que te
permita sumergirte en el espejo de tu alma
Que aparezcan los colores milenarios, que
se despierte tu conciencia adormilada, que sueñes con ganas, que duermas con
tiempo, que tus poros se abran y tu frente descanse.
Permite que la niña que tienes dentro
vuelva a hablar, busque, indague, juegue.
Déjate querer.
Mira.
Mira y
contempla el camino de las mañanas.
Permítete mirar las caras de cada persona
que pase por tu vida.
Busca en sus
pupilas las búsquedas que todos llevamos dentro. Empatiza como tan bien lo
haces y siéntete cobijada en cada guiño, en cada ojera, en cada pestañeo y
sonrisa que el mundo te regale.
Respira.
Dale una
oportunidad a tus pulmones.
Detén el tiempo
y concéntrate en la maravilla de estar viva
Deja que el
aire fresco se inyecte en tu sangre, sacuda tus miedos, renueve tus
convicciones, relaje tus hombros y te libere.
Inspírate.
Déjate conmover
por la historia. Escucha los mensajes que el universo nos regala.
Contempla
los procesos de la humanidad, las grandes caídas, las pequeñas maravillas.
Permítete ver
el hilo rojo del destino que nos une a todos.
Déjate
llevar por el movimiento de todo lo que sucede.
Por la
energía que nos circunda, nos envuelve, y nos recuerda que somos parte de algo
más que nosotros mismos.
Emociónate.
No le des
tregua a la vergüenza y a los conceptos.
Permite que
renazca la niña que lloraba por pitipai y pitipoy.
Recuerda la
vela que te inspiró, en esa que te permitió ser luz en la oscuridad para otros.
Recuerda y suspira con ganas.
Repasa tu
historia y deja que tus dolores más profundos sean, descansen, puedan tener un momento de tregua en tu camino.
Deja que las lágrimas recorran tu cuerpo,
que tu alma surja, florezca y resuene con tus entrañas.
Siéntete viva.
Recuérdame.
Recuérdame y
permite que libremente tu conciencia se revele a tus búsquedas.
Deja que las
imágenes floten en momentos compartidos, en instantes de sentirse cobijada.
Indaga en tu
memoria por las tardes de otoño, las caminatas en silencio, los abrazos más
sinceros y las despedidas más difíciles.
Recuerda a
todos aquellos con los que pudiste ser tú.
Tú,
realmente tú.
Olvídame.
Olvídame y
deja que las partículas de aire te recuerden los besos que te robo. Los abrazos
apretados y el olor de nuestros mejores días.
No los
fuerces. No los busques esta vez.
Olvídame y permite
que el destino se preocupe de reencontrarnos. De reencontrar nuestros caminos y
hacernos renacer.
Olvídame,
ódiame un poco, olvídame por un momento.
Como la
niebla que se disipa en la mañana
Y déjame
volver lentamente.
Deja que
renazca naturalmente en ti.
Desde
dentro.
Contigo.
Vuelve a creer.
Ten fe en tu historia, en tu camino, en los
malos y los buenos pasos.
Confía en
que todo lo que has vivido tiene un plan final, que a ratos has logrado
visualizar, y has seguido entre tropezones y una constante búsqueda por la
verdad
¿En qué
habrá que creer? ¿En qué depositar nuestra confianza cuando todo ha muerto? ¿En
qué confiar si nada es seguro?
Sólo tú
puedes reencontrar tu camino, sólo tú puedes llenar de sentido tu búsqueda
última y solo tú podrás darle al mundo el giro definitivo.
Es en tu
conciencia de lo universal donde están las respuestas para hacerte una con el
mundo.
Todos los reinos
palpitan en ti.
Cree una vez
más en el milagro con el que todo partió.
Cree en la magia una vez más
Podrán romper todas las flores, pero jamás
eliminarán la primavera.
Vuela.
Vuela libre.
Vive de verdad este tiempo sin mí.
Vive a rienda suelta este tiempo para ti.
Patalea y baja; sube y navega,
Exhala y
expira
Abre tus
alas, pedalea tranquila y deja que el tiempo renueve tus fuerzas.
Permite,
permite, permite.
Y recuerda que para volar tenemos que dejar
un poco de peso, levantar los pies del suelo, abrir los poros de nuestra alma y
perder la sintonía del tiempo… derivar en locura
Que sólo es
realmente cuerdo el que se permite ser un poco loco.
Y finalmente, navega!
Navega por lo que el destino tenga que
decirte,
Deja que tu barca corra libre
Que tu viaje a Ítaca sea rico en
experiencias
Que el viento te conduzca sin
remordimientos ni pesares
Siente la brisa en la cara, el olor a sal y
a eucalipto.
Reposa la vista en el horizonte y navega a
la deriva.
Escucha tu corazón y cuando llegue el
momento, ajusta las velas.
Conozco tus mares… sé de tus oleajes.
Confío que esas corrientes te traerán de
vuelta a estas playas.
De vuelta a mis brazos.
Suelta.
Calla,
cierra los ojos y mira.
Respira,
inspírate y emociónate.
Recuérdame, olvídame,
vuelve a creer y vuela.
Y
finalmente, navega
Navega libre y vuelve a nacer.
Yo estaré
esperando tu regreso. Siempre.
N.
Aculeo,
08.04.2013